En un local swinger con mi chica

En un local swinger con mi chica

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Aunque nosotros vivimos el sexo sin tabúes y sin más limitaciones que ir de la mano en nuestras experiencias sexuales, en las que con frecuencia participan otras personas, no habíamos estado nunca en uno de estos locales, aunque lo habíamos hablado varias veces y fue casualmente como una mañana en la que estábamos los dos libres por ser periodo vacacional para ambos, una chica que había contactado con nosotros a través de esta web y que resultó ser majísima, nos comentó que ella y su pareja iban esa misma tarde a un spa liberal de Madrid, por si nos apetecía.

Y así fue como a primera hora de la tarde cruzábamos la puerta con ellos, que como unos auténticos anfitriones, nos hicieron un tour por todas las dependencias y nos fueron dando unas pautas básicas de comportamiento.

En la piscina estuvimos charlando con ellos, ya desnudos y al poco rato, María y yo solos, nos dirigimos a la zona más íntima, donde había algunas parejas en acción. Nos sentamos en un banco amplio y comencé a acariciarla, lentamente principio y con más intensidad después, pasando a lamerle el coño suavemente, lo que rápidamente le puso a cien y a lanzar gemidos que atrajeron a otras parejas, las cuales en principio se quedaron mirándonos y toqueteándose entre sí, sin mezclarse.

Yo me coloqué sentado apoyado en la pared y mi chica me estaba comiendo la polla, ofreciéndoles su espalda y culo. Mi posición me permitía observar cómo se iban calentado y cómo los hombres tenían unas erecciones muy potentes.

Uno de los chicos, se acercó un poco más y empezó a acariciar la espalda a María mientras me miraba como pidiendo mi aprobación; yo le miré sin decir nada, pero se sobrentendía que no me importaba y así fue, porque fue pasando a los brazos y a pegar más su cuerpo al de ella, lo que la excitó, pues mientras comía mi polla, otro cuerpo masculino la deseaba y acariciaba.

Ella giró la cabeza, se levantó y se pegó a él, animándole a que ahora sus manos la recorriesen entera y las de ella hacían lo propio con el cuerpo de él, que a esas alturas ya estaba diciéndole al oído lo buena que estaba y lo que la deseaba, lo que era audible para el resto y calentaba más el ambiente.

No hizo falta mucho tiempo para que María le comenzase a masajear la polla y al poco a hacerle una mamada y él mostrase una excitación increíble, que hacía que ella se pusiese aún más, pues, además, tenía un miembro considerable. Ella estaba sentada y él de pie, agarrando su cabeza y follándole la boca mientras seguía diciéndole todo tipo de cosas calientes aunque no desagradables.

Para entonces yo me había empleado con su pareja, una chica más bien gordita con unas tetas descomunales  que no me ponía nada, sobre todo porque parecía una ameba, toda la fiebre sexual que demostraba él, le faltaba a ella. Yo intentaba que reaccionase sometiéndole a todo tipo de caricias, manoseos, lamidas, etc. pero sus gemidos eran tan discretos que se perdían en la orgía que se estaba empezando a montar improvisadamente. Solo parecía excitarse algo más cuando me cogía la polla con la mano y me pajeaba un poco, susurrando entre dientes.

María a mi lado, era follada con fuerza por el chico, al principio por detrás masajeando su culo y tirando de él para que las embestidas fuesen más profundas, después él sentado y ella encima y finalmente de nuevo él por detrás como un huracán, sobándola por todo el cuerpo, metiendo a ratos un dedo en la entrada de su culo y sin parar de hablarle cosas excitantes como he dicho. Ella estaba también fuera de sí y disfrutando muchísimo porque, además, otras parejas acariciaban mientras todo su cuerpo, tal es así, que a mí me costaba meter las manos y toquetearla. Así fueron transcurriendo las cosas hasta que él aceleró las embestidas; yo le oía decir cosas como:

-¡Estás buenísima!

-Mmmm, qué culo tienes.

-¡Cómo estás de rica!

Y a María:

-¡Córrete para mí!

Lo que le hizo eyacular con espasmos y tirando del culo de ella todo lo que pudo, permaneciendo así unos segundos, besándole el cuello y la espalda.

Yo para entonces había comenzado a acariciar a otra chica, al lado, que estaba muy buena pero demasiado operada parea mi gusto, grandes tetas muy muy duras –daba miedo tocar por si estallaban- y una figura muy erótica. Su chico, de pene muy pequeño diría yo, nos miraba con un ojo mientras con el otro miraba a mi chica follar y se masturbaba con la imagen. Cuando María nos vio, se agacho e invitó a la chica a que me hiciesen ambas una mamada, agachadas y yo sentado … fue espectacular, épico, porque además mientras me comían la polla, yo le sobaba las tetas –también enormes- a otra chica que pegada a mí cabalgaba a su chico y gemía como una loca.

La imagen como digo era épica.

Y eso debió pensar el chico de la que me lamía, porque en cuanto pudo abrazó a María y pensó que había llegado su turno, la miró pidiendo permiso, ella le siguió el juego … y la penetró por detrás. Ahí María disfrutaba menos y se notaba, la diferencia de actitudes de ambos y de pollas era abismal y ella, que le encantan la energía sexual y las vergas duras y gruesas, lo acusaba. Él sin embargo estaba desatado y su empeño era tumbarse encima de ella para follarla así.

Yo, que no encontraba nuestros preservativos le dije a la chica con la que estaba, que si tenía uno, asintió, lo sacó y me lo colocó como pudo porque me estaba pequeñísimo; yo se lo comenté y ella solo dijo entre risas:

-No me hagas mucho daño por favor.

Y seguimos riendo mientras se sentó encima de mí y fue clavándose mi polla muy despacio porque, en efecto, entraba bastante justa. Sus gemidos comenzaron a acelerarse y con ellos la cabalgada y la excitación de la pareja que follaba a nuestro lado. Cuando llevábamos un rato, yo ya no me encontraba a gusto con ese preservativo y se lo dije, coincidiendo con que su chico se salió con la suya y se llevó a María a una cama en la habitación de al lado para follarla encima; todos los seguimos y yo allí tumbé a la chica y comencé a lamer su coño, totalmente depilado –lo que no me gusta mucho, prefiero incluso abundancia de vello púbico- y a acariciar todo su cuerpo, lo que le puso más a mil que la follada, por lo que no tardó en correrse mientras me agarraba la cabeza y me apretaba contra ella.

Casi a la vez se corría su chico empleándose a fondo y con unas embestidas bastante fuertes sobre María, que le agarraba el culo y lo empujaba.

Rápidamente la fiesta se disolvió, fuimos a la piscina a relajarnos los dos solos y desde allí volvimos a la zona privada, también solos, rechazando a algunas parejas que se ofrecieron a acompañarnos. Nos tumbamos en una cama que estaba libre y follamos tranquilamente, solos, hasta corrernos muy gustosamente los dos. Desde ahí fuimos a ducharnos y abandonamos el local.

En un bar cercano tomamos un café y comentamos qué nos había parecido la experiencia. Concluyendo ambos que había sido satisfactoria y que todo apuntaba –como así fue- que nos íbamos a hacer asiduos de esos lugares, pues a la filosofía swinger, pertenecíamos hace tiempo.

Por GranDanes

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