Los días pasaron y padre e hija ya no compartieron sus masturbaciones, aunque sí que lo hacían en la intimidad con sus nuevos juguetes. Al poco tiempo estos perdieron su encanto al mostrarse como simples ayudas a la masturbación que ya disfrutaban sin ellos.
David no podía dejar de pensar en Blanca, le había dedicado más de una paja y había tenido incluso sueños húmedos donde se la follaba en el taxi. De alguna manera aquella mujer pechugona le había causado una grata impresión. La veía como una madre dulce y amorosa, por cómo se dirigió a su hija en los breves momentos que compartieron en su taxi camino de urgencias y luego a la vuelta.
Se imaginaba sus grandes pechos desnudos, siendo follados por su dura erección en una caliente cubana mientras Blanca le chupaba la polla con sus gruesos y carnosos labios. Además aparentaba tener un hermoso culo, aunque David no la vio fuera del taxi, intuía que así era, pues Milena no estaba raquítica como esas modelos de pasarela, sino que parecía más bien una mujer ‘curvy’, con sensuales curvas y gran encanto.
De modo que una mañana se armó de valor y decidió escribirle un WhatsApp para que le recogiera en su casa.
—¡Hombre, qué tal David! —dijo Blanca con su blanca sonrisa.
—¡Muy bien Blanca! —dijo David asomándose por la ventanilla para saludarla, dirigiéndose a continuación a la parte de atrás del taxi.
—¿Oye David, te importa sentarte delante conmigo? —le propuso Blanca para su sorpresa.
—¡Oh, claro que no! —dijo David risueño.
Blanca arrancó y se puso en marcha apenas David se sentó delante mientras este se ajustaba el cinturón de seguridad.
—Es que a los amigos me gusta llevarlos delante, lo de atrás es solo para clientes —le aclaró Blanca.
—¡Oh claro Blanca! —sonrió David mientras le miraba el generoso escote que llevaba con una camiseta de licra que dibujaba muy bien sus enormes tetas.
—¿Dónde vamos? —le preguntó a continuación Blanca.
No sabía muy bien donde pedirle que le llevara así que pensó pedirle que le llevase a un gran parque a las afueras de la ciudad.
—Voy al parque del oeste —dijo David.
—¿Al parque? ¡Muy bien! —dijo Blanca dirigiéndose hacia las afueras, donde se encontraba el citado lugar.
El trayecto era un poco largo así que tendrían unos minutos para hablar.
—¿Qué tal Milena? ¿Todo bien? —le dijo siendo discreta al interesarse por el espinoso asunto que les llevó a urgencias.
—¡Oh sí, todo fue bien al final! Fue algo embarazoso —dijo David.
—¡Claro! Lo importante es que todo pasó —dijo Blanca.
—Verás Blanca, es que estuvo con el novio y se les rompió el condón —decidió confesarle David—. Y me tocó a mi llevarla a urgencias a por la pastilla del día después.
—¡Oh vaya David! No tenía ni idea, pero al final le bajó la regla, ¿no?
—¡Sí, al día siguiente! Menos mal —convino el padre.
—¡Pues sí! Sin duda tienes una hija preciosa y esa chica debe despertar pasiones entre los chicos. Yo con mi hijo no tengo ese problema, pero tampoco quiero que vaya a dejar a ninguna chica embarazada por ahí.
—¡Claro, un chico es distinto! Pero te preocuparás de que vuelva a casa igual que yo, ¿verdad?
—¡Por supuesto! Hay muchos peligros ahí fuera —dijo Blanca.
David miraba los muslos de Blanca mientras cambiaba las marchas y hacia el juego de pies. Llevaba una falda que se cortaba a mitad de sus muslos, por lo que sus columnas de carne podían apreciarse bien. Él apostaba a que su culo era tan fenomenal como sus tetas y mientras conducía le echaba miradas inquisidoras y se excitaba por dentro.
—¿Cómo es que vas al parque? —le preguntó Blanca de repente.
—¡Oh bueno! Es que tengo la mañana libre y me gusta caminar por él para relajarme.
—¡Mira qué bien! Una mañana de ‘chill’ —le dijo Blanca.
—Sí, a veces es necesario parar en la vida para saber dónde estás, ¿no crees?
—¡Oh, ya lo creo David!
Ya no estaban lejos del parque, así que Blanca entró al parking junto al parque y se detuvo en una de las plazas libres. Como era laborable no había mucha gente.
—¡Hemos llegado! —dijo Blanca.
—¡Muy bien! ¿Qué te debo Blanca?
—¿Oye, te importa si te acompaño en tu paseo? Ya me pagarás cuando te lleve de vuelta a casa o a otro sitio, ¿vale?
—¡Oh claro, no hay problema! —dijo David.
Así que Blanca y él se bajaron del taxi tras la sorprendente propuesta de la taxista y este pudo admirar que lo que parecía una falda y una camiseta en realidad era un vestido ceñido a sus curvas. Mientras esta se ahuecaba su preciosa melena negra cuyo pelo le caía a media espalda, David quedó maravillado por su sensual figura.
—No he venido muy apropiada para este paseo, le dijo dando la vuelta al coche mientras se miraba unos zapatos de tacón, igualmente negros, pero bueno, al menos un paseíto podré dar —le dijo.
—¡Bueno, hasta donde quieras Blanca! —sonrió David.
Comenzaron a adentrase en las avenidas del parque y caminaron como un kilómetro hasta una zona más reservada con bancos a uno y otro lado, rodeados por setos.
—¿Te parece que nos sentemos? No quiero que te hagas daño caminando con esos tacones —le dijo David.
—¡Vale! —dijo Blanca.
Esta le había estado contando que también estaba divorciada de su marido en el transcurso del paseo y David le había confesado el motivo de su divorcio, la nueva vida que quería su mujer y que él no podía darle. De forma que en aquellos veinte minutos de paseo se habían conocido y comprendido un poco más.
La fresca brisa de la mañana puso los pezones duros a Blanca y ahora su vestido negro ceñido estaba coronado por dos enormes bolas con dos un pequeños cucuruchos en las puntas. Además sus areolas eran del tipo abultado, de forma que parecían dos pequeñas cúpulas e sus moles de sensual carne, coronadas dos gruesos garbanzos que eran sus pezones.
De forma que David estaba muy excitado sentado a su lado y su pene palpitaba y se mojaba de tan solo imaginar cómo sería gozar con una mujer como aquella.
—La vida no nos ha tratado muy bien, ¿no David?
—Bueno al menos tenemos a nuestros hijos —dijo él.
—¡Oh eso sí! Ellos son nuestro regalo para aguantar el resto del chaparrón —le dijo Blanca.
David asintió con la cabeza mientras una suave brisa corría y alborotaba el pelo de Blanca, que se estremeció de frío al asentir cómo atravesaba su cuerpo y sus curvas.
—¡Uf, creo que he venido muy fresca para este paseo! —se quejó Blanca.
Amablemente David se quitó su chaqueta vaquera y se la puso sobre los hombros. Blanca se aferró a sus mangas para entrar en calor.
Al fondo un estanque donde los patos nadaban completaba una idílica escena en la que dos personas, hasta ese día desconocidas, comenzaban a saber el uno del otro. A contarse sus preocupaciones y compartir de alguna forma sus vidas.
—Creo que te estoy haciendo perder tu valioso tiempo Blanca —le confesó David.
—¡En absoluto David! Tengo que trabajar, pero como soy autónoma yo decido qué cantidad de tiempo dedico a qué cosa en mi vida y ahora estoy aquí, ¡contigo! Y para mí no es una pérdida de tiempo, ¿entiendes?
David escuchó sus palabras atentamente, estaban sentados juntos en aquel banco, tomando el sol de la mañana y aunque aún no se habían cogido de la mano, ni nada parecido, ambos sentían que estaban conectando en aquellos momentos.
Eran dos adultos conociéndose, con las mismas dudas e inseguridades que dos adolescentes que se aproximan por primera vez. Pues en el fondo, la gente no suele cambiar y aunque más sabios o resabiados de la vida, David y Blanca tenían sus propias inseguridades y compartía un nexo común, eran dos personas divorciadas y maduras que no querían más complicaciones en la vida, querían volver a disfrutar de esta y sentir paz interior, algo que suena banal pero que cuando no se tiene, ¡se ansía desesperadamente!
Blanca se estremeció de frío una vez más en aquella fresca mañana, David la miró y supo que era tiempo de volver…
—Volvamos ya Blanca —le dijo mirándola a los ojos.
—¡Claro, te llevo a tu casa en un periquete! —dijo Blanca aferrándose a su cazador de cuero para intentar paliar el fresco que se colaba en cada recoveco expuesto de su blanca piel.
Se levantaron y caminaron juntos de vuelta al coche en el parking próximo. Mientras lo hacían, las palabras parecía que habían dejado de fluir, de modo que lo hacían en silencio. Sin prisa pero sin pausa, en una fresca mañana de primavera, en un parque casi desierto, transitando una larga avenida flanqueada por verdes árboles y verde césped.
—¡Gracias por acompañarme Blanca! —le dijo David en un momento dado.
—No hay de qué David, yo también he disfrutado de este paseo relajante. Hacía mucho tiempo que no sentía la sensación de estar sin hacer nada, sin preocuparme por nada —le confesó Blanca.
—A veces es necesario parar, ver dónde estás y continuar adelante —dijo sabiamente David.
Continuaron caminando y disfrutando de su paseo relajado, admirando las vistas del parque mientras oían el piar de cientos de pájaros con un ronco sonido de fondo, constituido por el incesante tráfico de la ciudad a lo lejos.
David se sentía excitado, ya apenas recordaba la sensación de caminar junto a una mujer a la que deseaba con una media erección sintiendo su glande húmedo, goteando lubricación. Era como de joven, cuando caminaba junto a su novia antes de llegar a tener relaciones completas. La deseaba tan intensamente que, ¡su pene excitado literalmente goteaba líquido seminal! Justo como hoy le estaba pasando con aquella voluptuosa mujer, de blanca piel y blanca sonrisa.
Cuando llegaron al coche, se introdujeron en él y Blanca cedió la cazadora vaquera a David. A diferencia del exterior, el coche al solo de la mañana era un micro invernadero donde el calor se sentía agradable y reconfortante.
Blanca arrancó y se dispuso a deshacer el camino de vuelta hasta la casa de David. Pronto estuvieron entre el tráfico de nuevo y David pronto volvió a mirar los blancos muslos de blanca cuando esta cambiaba de marcha. Eran hipnóticos, ver cómo se movían empujando los pedales mientras él pensaba en lo que Blanca ocultaba entre ellos, su sexo húmedo.
Cuando llegaron a un semáforo y se detuvieron, Blanca soltó la palanca de marchas y puso su mano deliberadamente en la cara interior del muslo de David sobre su pantalón vaquero. Este se estremeció, de repente sintió el vértigo y la excitación fluir, ¡con su adrenalina por sus venas!
Ambos se miraron y supieron que era el momento. David se acercó a Blanca y la besó intensamente, esta respondió con sus gruesos labios chupando dulcemente la boca de él mientras se pinchaba suavemente con su barba de dos días sin importarle lo más mínimo. Sus labios se comieron a besos hasta que los pitidos de los coches que les precedían les interrumpieron… El semáforo había cambiado a verde hacía tiempo y la gente se impacientaba, de modo que Blanca volvió a coger la palanca de marchas y metió primera saliendo casi con un derrape de ruedas.
Estaba muy excitados y sus respiraciones se hacían palpables en el ambiente del taxi cuando apenas un par de minutos después llegaron al siguiente semáforo y se volvieron a detener.
Ahora Blanca no se lo pensó, tras poner punto muerto en el vehículo su mano se posó en la bragueta de David y palpó la dureza que se ocultaba bajo su bragueta. Por su parte él tampoco se lo pensó y lanzó su mano entre sus gruesos muslos haciéndola retroceder en dirección a su sexo, Blanca los abrió para facilitarle el acceso a su más tierna intimidad y así David palpó sus ingles y sus bragas levemente, pues el asiento no daba mucho juego y Blanca era voluptuosa como pocas.
De nuevo el verde dio por terminada la ración de toqueteos entre ambos y Blanca arrancó en dirección al nuevo semáforo mientras David no sacó la mano entre sus muslos y se permitió coger una de sus tetas con la otra apretándola suavemente al tiempo que apretaba la cara interior de su muslo, despertando un gemido en la conductora.
Un nuevo semáforo y Blanca se detuvo en seco. Ya habían dejado el tráfico del centro atrás por lo que sólo tenían coches detrás así que Blanca se lanzó hacia su bragueta y se la bajó intentando extraer su pene. David la ayudó y pronto estuvo liberado. Entonces ella lo asió y comenzó a masturbarlo.
Verde de nuevo y Blanca lo tuvo que abandonar pero sólo por un momento, para meter primera y salir disparada. Segunda, tercera y cuarta, para volver a asir su pene duro y erecto y masturbarlo unas cuantas veces más mientras David seguía empeñado en hacer crecer sus gruesos pezones y palpar sus ya húmedas bragas entre sus carnosos y calientes muslos.
El nuevo stop hizo que Blanca se lanzara hacia su verga blanca y erecta y se la tragara de golpe chupándola con pasión ante el vértigo de David que sujetó su cabeza con cuidado mientras ella subía y bajaba saboreando su líquido preseminal con una pizca de sabor amargo al pipí de la mañana de él.
El pitido del coche trasero se interpuso entre ambos una vez más y Blanca se incorporó secando su comisura de los labios tras la intensa e improvisada mamada.
Ya estaban cerca de casa cuando David se inclinó en su pecho y besó su escote y sus tetas, llegando a mordisquear sus gruesos pezones por encima de la tela. Blanca exhaló con fuerza ante la fiereza de aquel perrito que quería mamar de sus pechos.
—¡Oh David, no puedo esperar a llegar a tu casa para follarte! —dijo Blanca mientras ambos se comían a besos y eran interrumpidos nuevamente por pitidos tras ellos.
No tardaron mucho en llegar y cuando lo hicieron Blanca aparcó cerca de su casa y disimulando los enamorados salieron del coche cogiéndose esta vez de la mano, como si fuese algo natural y que ya hubiesen hecho tantas veces.
Subieron hasta su piso, no sin antes comerse a besos en el ascensor y entrando tras la puerta fueron quitándose cuanta ropa llevaban sin dejar de besarse y sobarse hasta llegar al dormitorio de su hija donde Blanca se deshizo de su sujetador y sus enormes tetas cayeron para ser recogidas con ambas manos por David, quien las chupó y mordisqueó sus gruesos pezones negros haciendo que ella gritara de placer y de dolor.
—¿Tienes preservativos? —le preguntó una excitada Blanca.
—¡Sí claro! —dijo él buscándolos en uno de los cajones del armario.
Sacó uno y lo entregó a Blanca quien se puso en cuclillas para chupar su larga polla un poco antes de colocarle el preservativo que ya había extraído de su envoltorio. Tras esto blanca se lo puso e incorporándose lo tiró encima de la cama empujándolo.
Delante suyo se quitó las bragas mostró su peludo monte de Venus, pero no por mucho tiempo, la hembra se puso encima de él gateando sobre la cama y se colocó estratégicamente sobre su miembro erecto apuntando al techo. Lo asió con su mano y lo colocó suavemente bajo su sexo que chorreaba jugos de excitación.
Se lo calzó suavemente dejándose caer sobre él y sólo subió levemente cuando lo tenía insertado hasta la mitad para volver a dejarse caer y enfundárselo por completo, metiéndoselo hasta los huevos.
Blanca comenzó a moverse como una diosa griega, con sus enormes caderas y muslos de rodillas sobre la cama, clavándose la dura erección de David que, sujetaba con pasión sus enormes tetas como si estas fueran a caerse, apretándolas mientras Blanca lo montaba, pellizcándole los pezones y haciéndola gemir de placer. Blanca aceleraba y luego paraba, su polla salía y entraba de su coño chorreando jugos, esta sentía que se lo hacía encima pero no paraba de follarlo desesperadamente, aplastándole los huevos como si quisiera cascárselos.
De pronto David la detuvo en seco sacándola.
—¡Me corro! —gruñó David y Blanca contuvo el aliento.
Fue una falsa alarma, pero David decidió cambiar de posición para tener el control, así que Blanca lo liberó de su peso y ahora fue él quien la condujo hasta la silla de ordenador. Fue algo que se simplemente se le ocurrió, le indicó que se sentara en ella y se apoyara en los reposa brazos, de forma que su enorme culo quedó en pompa, ofreciéndole una vista espléndida con su gran chocho peludo ligeramente abierto, de labios gruesos y henchidos.
David se inclinó y bebió de él como si fuese una fuente de jugos celestiales, recorriéndolo con su lengua desde su clítoris hasta su ano, donde le dedicó unas estimulantes lamidas donde Blanca gimió como una perra en celo ansiosa por ser follada más tiempo.
Entonces David se incorporó y recuperado ya de su sobre excitación la insertó dentro de nuevo dentro de Blanca suavemente mientras esta exhalaba al sentir como su polla le entraba hasta los ovarios.
David comenzó a follarla con ganas desde atrás mientras tiraba de su pelo negro y esta torcía el cuello hacia atrás sintiendo la potencia del potro que la penetraba como a una yegua, ¡y ella relinchaba de placer!
El hombre se aferró a sus tetas pegándose a su espalda mientras seguía follándola para apretarlas y buscar sus pezones para pellizcarlos mientras su verga se insertaba tan profundamente en su culo que su ano rozaba su pelvis y Blanca se esforzaba a pesar de ello en sentirla más y más adentro, cuando de pronto…
¡De pronto la puerta se abrió y una carita angelical al otro lado abrió su boca tanto como la puerta muy asombrada!
—¡Papá! —gritó la voz al otro lado.
Milena había vuelto y pilló en pleno acto sexual a los desbocados amantes. Vio a Blanca echada como una perra en celo sobre su silla de ordenador y a su padre como un caballo tras el culo en pompa de ella aferrándose a sus caderas para follarla mejor. La visión era tan fuerte que le pareció surrealista que pudiese estar contemplando algo así.
—Milena, ¡cierras la puerta por favor! —le dijo su padre con voz controlada pero firme.
La pobre chica balbuceó una respuesta casi imperceptible y tirando de la puerta se retiró hasta cerrarla tras ella.
Entonces él volvió a follar con más brío si cabe a aquella yegua en celo que ahora se bajó de la silla y se echó sobre la mesa de ordenador para estar más cómoda, dejando sus piernas bien abiertas y a David tras ella follándola con más intensidad sin los movimientos erráticos de la silla por lo que la penetración fue más intensa y profunda.
—¡Oh David, sí, sigue! —dijo ella sintiendo que ya no podía más mientras secretamente pasó su mano bajo su vientre y comenzó a acariciarse su clítoris bajo ella.
David se aferró a sus anchas caderas y la empujó con furia haciendo que sonoras palmadas sonasen en la habitación.
Mientras tanto en el salón contiguo, Milena se había sentado en el sofá frente a la tele y era testigo de los gritos de ella y de las embestidas de su padre que provocaban esas palmadas en los fuertes choques de su pelvis contra su culo.
¡No podía creer que su padre estuviese follándose a la taxista en su cuarto mientras ella era testigo de todo!
De vuelta al interior de aquel caliente cuarto David comenzó a correrse dentro del caliente chocho de blanca y esta se estremeció sintiendo las contracciones de su larga polla en su coño, corriéndose junto a él entre estertores de placer.
David apretó el dedo pulgar que tenía insertado en su culo mientras la follaba, sintiendo las contracciones en su ano al ritmo de la corrida de aquella hembra descomunal mientras el soltaba oleada tras oleada de semen en el condón dentro de su sexo. Tentado estuvo de follarla sin él, pero no quería dejarla embarazada y ella, precavida, le había preguntado por condones justo antes de follar.
Los amantes, sudorosos, se quedaron quietos con sus sexos aún conectados. Respirando agitadamente mientras con suaves movimientos terminaban de follar. Sintiendo los últimos efluvios de un placer sin igual, tras el atronador orgasmo que habían disfrutado llegando juntos.
Cuando se separaron, Blanca se dio cuenta de que apenas tenía sus bragas en el cuarto y que su ropa estaba esparcida entre la entrada y éste. Algo que David también sufrió en el ardiente encuentro, un rastro de lujuria que la hija atónita había visto tras entrar a su piso y había seguido como las migas de pan en el bosque hasta encontrarlos follando escandalosamente en su propio cuarto.
—Creo que tenemos un problema. ¡Sólo tengo las bragas y me estoy meando! —rio Blanca.
—Tranquila voy por ellas —dijo David enfundándose sus calzoncillos y sus vaqueros.
Cuando salió del cuarto vio a Milena sentada en el sofá, tan parada como cuando entró a su cuarto. Su padre la miró y supo que debía decirle algo.
—¡Perdona Milena, pero estas cosas pasan cariño! Ya hablaremos, ¿vale?
Tras lo cual recogió el vestido y el sujetador de su amada Blanca y su camisa del suelo y entró de nuevo al cuarto para que esta se vistiese.
—¿Cómo ha ido con tu hija? —se interesó Blanca mientras se vestía.
—Lo superará —dijo el padre.
—Se comprensivo con ella cuando te lo eche en cara, a mi hijo le pasó lo mismo cuando me follé a un tío tras divorciarme de su padre —le confesó Blanca.
Ya vestida Blanca salió un tanto apresurada del cuarto.
—¡Perdona cariño! Siento mucho lo que has visto ahí dentro —le dijo Blanca sin más.
Y se dirigió al baño a hacer un estruendoso pis.
Tras ella salió su padre y tratando de apaciguarla fue a sentarse en el sofá con esta pero ella se levantó y rápidamente se dirigió a su cuarto cerrando la puerta con estruendo tras entrar.
De forma que David se sentó en el sofá y esperó pacientemente a que la hembra saliese del baño.
Blanca volvió junto a él y se sentó un momento para abrazarlo y darle un caliente beso en sus labios.
—¡Me ha encantado guapo! ¡Hacía tiempo que no me follaban con tantas ganas! —dijo con sus brazos por los hombros.
David apretó sus enormes tetas y la besó de nuevo.
—¡Gracias! Hacía tiempo que no me follaba a una perra tan caliente como tú.
—¡Oh lenguaje obsceno! ¡Úsalo la próxima vez que me folles potro mío! —dijo Blanca apretándole la verga y los huevos juntos.
—¡Lo recordaré! —dijo él mientras esta se despedía y cogía las llaves de su coche para marcharse.
—¡Te llamaré! —dijo él.
—¡Eso espero! De lo contrario tendré que venir a por ti —dijo ella guiñándole un ojo.
La venganza de la hija le salió por la culata
En el cuarto, una anonadada Milena echaba una ojeada al nido de amor que había sido testigo de la intensa follada en su cuarto. Sentía que su cama estaba sucia, su silla estaba sucia y para colmo vio algo junto al ordenador en el suelo.
Al acercarse contempló estupefacta el fruto del acto sexual más descarnado que había contemplado en su vida. ¡El condón lleno de semen de su padre aún estaba allí tirado!
¡Este último descubrimiento le horrorizó! Pero antes debía hacer algo así que cogió las sábanas las hizo una bola y salió de su cuarto para meterlas en la lavadora.
Enfurecida como estaba hizo caso omiso de las palabras de conciliación que intentó pronunciar su padre, simplemente puso la lavadora y volvió con un limpiador multiusos y un paño dispuesta a desinfectar todo su escritorio y su silla de ordenador.
David no pudo hacer nada…
Mientras Milena limpiaba, no dejaba de mirar el condón con su semen tirado en el suelo. De alguna forma ejercía un efecto un tanto hipnótico en ella, pues le daba asco por un lado pero por otro, ¡no podía dejar de mirarlo! Era algo incomprensible para ella así que se afanaba en limpiar su escritorio metódicamente, terminando por el cabecero de su cama hasta que fue evidente que debía hacer algo con “eso”.
Se sentó en su cama y lo miró fijamente, como si a través de su mente pudiese teletransportarlo o elevarlo por el aire hasta la papelera sin tener que tocarlo. Obviamente esto no iba a funcionar, así que tuvo que aceptar que debía cogerlo.
Pensó en usar un boli o algo, pues le daba asco tocar algo que había estado dentro del coño de otra mujer. Aunque por otra parte, el semen que contenía era de su padre y este pensamiento vino a transformar la sensación de repulsa que tenía hacia el condón en cuestión.
Se imaginó la vega de su padre insertada en aquel preservativo y esta, en el coño de la taxista, cómo se corría dentro de esta aferrada en la silla empujándola con furia como ella había oído desde fuera y cómo el condón se iba llenando de semen a medida que su verga soltaba su caliente carga dentro.
Este pensamiento la excitó de una forma que no esperaba hasta el punto de que fue capaz de coger el condón del suelo y levantarlo con una pinza formada por sus dedos pulgar e índice.
Así, suspendido en el aire, el condón lucía con una gran cantidad de semen blanco en su interior.
—¡Cuánto! —pensó para sus adentros.
Tuvo que admitir que efectivamente su padre había soltado una gran cantidad de leche en el coño de aquella fulana que lo había follado bien.
Pensó en que su pobre padre por fin había tenido sexo después de tantos meses, aunque ella no sabía de sus andanzas con otro tipo de fulanas.
Y finalmente admitió que se alegraba por que su padre se hubiese follado a aquella tipa o ella a él, ¡qué más daba! Y el fruto de aquel calentón estaba allí frente a su ojos, contenido en aquel condón, sujetado por sus dedos.
Obscenos pensamientos para una mente que se imaginaba una y otra vez la fuerte escena que había descubierto al abrir la puerta y cómo su padre la mandaba salir para terminar de follarse a aquella tía.
—¡Qué descarado! —dijo para sus adentros.
Pero le comprendía perfectamente, en aquel piso tan pequeño apenas tenían intimidad y él tenía que dormir en el salón, donde cada noche extraía la cama del sofá y dormía, para recoger todo a la mañana siguiente mientras ella disfrutaba de una cama de matrimonio allí dentro.
Ahora comenzaba a comprender y asimilar todo aquello, transformando su furia inicial por ver su cuarto mancillado por aquella perra, a la comprensión de un padre necesitado de sexo tanto como ella.
Pensó que toda aquella leche también debía ser recogida por la vagina artificial que le había relegado ella, con su dinero claro. Pensó en la masturbación que compartieron el día del estreno de ambos juguetes y cómo fueron cómplices del acto que practicaba el otro en la intimidad que les proporcionaba estar separados por un muro de ladrillos aún con la puerta entreabierta para poder comunicarse.
Y sorprendentemente esto la excitó tanto que se descubrió a sí misma sentada en la silla del ordenador jugueteando con el semen que contenía el condón con sus dedos, tan distraída que había olvidado que aquel condón había estado dentro del coño de otra mujer.
—Te comprendo perfectamente papá y me alegro que por fin hayas echado un polvo —pensó en decirle a su padre.
Pero aquello era demasiado fuerte para confesarlo abiertamente así que prefirió dejarlo pasar y que el tiempo aplacase los ánimos y pusiese todo en su sitio.
De modo que tras su enfado aquella tarde salió de la habitación para la cena y aparentó absoluta normalidad.
Su padre hizo lo miso y el tiempo pasó cubriendo todo con una capa de comprensión y entendimiento, volviendo las aguas a su cauce natural pues él era su padre y ella su hija, ¡y ambos se querían!
Aquella tarde Milena había quedado con una nueva amiga de la facultad donde estudiaba. Nika era de su misma edad y estatura, pero a diferencia de Milena, que tenía un bonito pelo castaño, Nika era albina y tenía un bonito pelo rubio casi blanco.
Cuando tocó al timbre Milena preguntó a través del interfono que quién era, a loque una dulce voz contestó:
—Soy yo.
—¡Ah Nika, sube! —dijo Milena apretando el botón que abría el portal.
Milena esperó tras la puerta un tiempo prudencial y cuando escuchó detenerse el ascensor en su planta, abrió su puerta, para recibir a su amiga como una buena anfitriona, con una enorme sonrisa.
—¡Hola! —dijo Nika al verla.
—¡Hola! —replicó Milena desde la puerta.
Nika se acercó a su nueva amiga con una pesada carpeta en sus brazos y ni corta ni perezosa le estampó dos besos en sus mejillas, a lo que su anfitriona replicó de igual modo.
—¡Pasa! —dijo Milena.
Antes de comenzar a preparar el trabajo que habían decidido hacer juntas para una asignatura, Milena le había preparado una rica merienda, con pastas y café.
—¿Tienes hambre? Me he esforzado en preparar todo esto así que más te vale tenerla.
—¡Oh, qué buena pinta chica! Pues claro que tengo hambre, ¡yo siempre tengo hambre! —dijo Nika a pesar de que su delgadez aparentaba decir lo contrario.
Juntas devoraron las pastas de chocolate, pues les encantaba el chocolate y se tomaron el café para abordar la tarea que tenían por delante.
Tras esto se fueron a su cuarto y encendieron el ordenador para buscar información acerca del tema principal del trabajo que debían hacer aquella tarde. Una buscaba mientras la otra apuntaba y así, poco a poco fueron componiendo un documento en el ordenador para sustentar su trabajo aportando fotos, texto y referencias. De forma que tras tres horas de arduo trabajo, ¡estaban agotadas!
—¡No puedo más tía! Necesito un descanso —dijo Nika levantándose del ordenador—. ¿Me puedo tumbar en tu cama? —añadió señalando la cama grande perfectamente hecha con peluches en su cabecera.
—¡Claro, yo también estoy rendida! —dijo Milena estirando las piernas de igual manera.
Nika llevaba unos shorts vaqueros, lo mismo que Milena, y una camiseta amplia con una imagen de un famoso perrito blanco dibujado en ella y un mensaje en un bocadillo estilo comic, que rezaba: “yeah”. Estaba claro que le quedaba grande, pero parecía ser la moda predominante en aquel momento.
Del mismo modo, Milena llevaba una camiseta de tirantes blanca, extremadamente grande para su talla, con un par de cisnes estampados en rosa, con grandes picos uno en frente del otro de forma que sus largos cuellos, junto con sus cabezas y picos en forma de gancho se asemejaban a un corazón, con un gracioso mensaje impreso: “PINK spirit”. ¡Sin quererlo ni beberlo iban muy conjuntadas!
Milena se acercó también a la cama y se echó junto a su amiga Nica, apoyando su cabeza en su codo y este sobre la cama, girándose de lado para hablar con su amiga, que se había tirado de espaldas y reposaba bocarriba.
—¡Uf, ya casi llevamos la mitad, pero aún queda! —dijo Nika.
—¡Esto es muy cansado tía! —dijo Milena.
—Me gusta tu camiseta —dijo Nika acariciando el dibujo de los cisnes rosa en su pecho, pasando sus dedos sobre sus pechos desnudos bajo la tela, pues Milena cuando hacía calor no llevaba sujetador para estar más fresca.
—¡Tú cara también es muy graciosa! —dijo Milena dibujando el círculo en torno a aquella enorme cara amarilla, lo cual hizo que sus dedos pasaran por encima de los suaves y mullidos pechos de Nika.
Esta tenía las tetas más grandes que Milena, que tenía unos pechos pequeñitos como limones generosos, mientras que la amiga podríamos decir que los tenía del tamaño de un coco abierto por la mitad.
—¿Tú tampoco llevas sujetador? —preguntó Milena a su amiga.
—¡No, hace mucho calor! —dijo Nika dejándose acariciar delicadamente por la pequeña mano de Milena.
Entonces Nika introdujo sus dedos bajo los cisnes e hizo cosquillas a Milena deslizándolos por su barriga.
—¡No eso no, que tengo muchas cosquillas! —dijo Milena comenzando a revolverse ante las traviesas manos de su amiga—. ¡Ahora verás! —añadió introduciendo las manos también bajo la camiseta de Nika para hacerle cosquillas en su duro estómago, pues Nika estaba muy delgada.
De forma que la pelea de cosquillas contribuyó a que el ambiente fuese más distendido entre ambas mientras chillaban como locas y se revolcaban sobre la cama de Milena.
Milena tenía un Sr. Oso en la cabecera de la cama, así que como estaban juguetonas Nika lo tomó entre sus brazos y se lo puso entre las piernas simulando que copulaba con el Sr. Oso.
—¡Oh el señor oso creo que está cachondo! —dijo divertida—. ¡Ah sí, Sr. Oso, métamela toda, oh qué pollón tiene usted Sr. Oso! —dijo Nika haciendo un gracioso teatrillo mientras simulaba que el Sr. Oso la follaba con las piernas muy abiertas.
—¡Oye no te lo restriegues por tu coño! Que luego va a oler una semana —protestó Milena arrebatándoselo.
Ciertamente los shorts de su amiga eran fruto de haber rasgado unos vaqueros largos y amplios, por lo que sus ingles eran perfectamente visibles con las piernas muy abiertas, como las tenía y sus bragas blancas también se apreciaban a la perfección.
—¡Tranquila olerá muy rico a mi chochito! —dijo Nika descojonándose—. Seguro que tú te lo restriegas cuando estás sola en tu camita, ¡a que sí! —añadió.
—¡Yo no hago esas cosas tan cerdas tía! —protestó su amiga.
—Pues yo sí chica, ¡me he follado a todos mis peluchitos! Así huelen a mi —rio Nika.
—¡Qué asco tía! —protestó Milena—. Es bueno saberlo así cuando te visite no tocaré ninguno de ellos.
—Tranquila tía, mi madre lo sabe y de vez en cuando los mete en la lavadora para que huelan a lavanda —rio Nika.
Ambas se quedaron mirándose en la postura inicial, Milena de lado y Nika mirando al techo.
—¿Tú no te masturbas? —preguntó de repente Nika.
Milena pensó su respuesta y tras unos segundos habló.
—¡Claro tía todas lo hacemos! ¿No?
—Eso me parecía chica, es que te ves un poco estirada, ¿sabes? —dijo Nika de repente incorporándose y robándole un beso de sus suaves labios rojos.
Milena no lo vio venir y quedó sorprendida. Entonces Nika introdujo su mano bajo su camiseta y palpó sus pequeños limones bajo ella provocándole un intenso escalofrío, tras lo cual Nika volvió a chupar dulcemente sus labios.
—¿No te gusta? —preguntó Nika ante la expresión pasiva de su nueva a miga.
—¡Oh es que es la primera vez que me besa una chica! —tuvo que admitir su querida nueva amiga.
—¡Tranquila, suele pasar! Si no te gusta no pasa nada, pero tenía que probarlo porque me gustas —dijo Nika pellizcando suavemente uno de los pechos de Milena y volviéndola a tentar con otro húmedo y caliente beso.
—¡Oh! —exhaló Milena.
Entonces Nika deslizó sus manos hacia sus shorts y palpó sus ingles bajo la rasgada tela, lo cual incrementó los escalofríos que Milena sentía.
—Hace poco que rompí con mi novio Nika y admito que desde entonces no he tenido nada de sexo con otra persona pero…
—¿Pero qué? —preguntó Nika mientras frotaba su clítoris ya bajo sus bragas a través de las ingles de sus rasgados shorts.
—¡Nada, que no me podía imaginar haciéndolo con una chica apenas hace un mes y mira ahora! —sonrió Milena dulcemente.
—¡Tú déjame probarte! —dijo Nika.
Y acto seguido se inclinó y chupó sus ingles con sus labios de forma tan dulce que Milena creyó desfallecer. La respiración se le aceleró al igual que el pulso y Nika lo notó.
Le desabrochó el pantalón y tiró de él y de sus bragas descubriendo su chochito depilado en las ingles pero peludo en el pubis y sin mediar palabra lamió sus desnudos labios vaginales.
—¡Oh qué rico! —dijo Milena suspirando.
—¡Muy rico verdad! —dijo Nika volviendo a lamer su rajita, abriéndola tan sonrosada con su lengua.
Nika sacó su lengua y lamió su clítoris haciéndolo salir de su capuchón sujetando su sexo con sus dedos y abriéndolo aún más que con su lengua.
Milena gimió más alto al sentir tan íntimo contacto y se aferró a la cabecita de Nika que siguió lamiendo su raja con especial dulzura y calentura mientras agitaba la cabeza de un lado a otro para lamer al mismo tiempo su clítoris incrementando el placer que sentía Milena hasta cotas exponenciales.
La hizo ponerse de rodillas e introdujo su cabecita entre sus muslos, lamiendo su raja desde abajo.
Esto hizo enloquecer a Milena. Luego se quitó sus shorts y decidió que ya era hora de que Milena se entregara a ella por completo, tras lo que tiró de su cabeza hasta encajarla entre sus muslos y pegarle su sexo a su boca.
Milena lamió su coño perfectamente depilado a diferencia del suyo y fue como lamer un melocotón maduro. Era la primera vez que notaba el sabor de un coño en su boca, y a diferencia de las pollas, ¡este sabía rico desde el minuto uno!
Milena lamió tal vez con más torpeza que acierto, pero a Nika esto no le importo y mientras ella se lo comía, Nika la agasajaba con su lengua en su raja en un perfecto y mágico sesenta y nueve.
Entonces Milena desmontó a Nika y sin saber esta muy bien por qué fue hacia el cajón de su mesita de noche.
—¡Te presento a Don Pene! —dijo mostrando con orgullo la hermosa polla de látex que le había comprado su padre.
—¡Vaya pedazo de zorra estás hecha! ¿Con esa polla te follas?
—¡Sí, y me encanta! —dijo Milena introduciéndosela en su coño ante la atónita mirada de Nika.
—¡Oh qué bien te entra! —dijo Nika maravillada por la maestría con la que Milena se penetraba con aquella enorme polla.
Tan entusiasmadas estaban que no repararon en que ya no estaban solas…
—¿Milena? —dijo una voz interrogativa abriendo la puerta.
—¡Mierda papá! —dijo ella sorprendida con la polla en su coño, sacándola rápidamente y ocultándola detrás suyo como si su padre no la hubiese visto nunca y no conociera su íntimo secreto.
—¡Joder tu padre! —dijo Nika tapándose con el Sr. Oso su sexo depilado.
David sintió que había interrumpido algo muy íntimo y se sintió avergonzado por ello.
—¡Lo siento yo no sabía…! ¡Tranquilas no he querido interrumpiros! —dijo y acto seguido cerró la puerta tras él.
Ambas chicas respiraron tras la irrupción paterna en su cuarto y Nika entonces dijo algo que sorprendió a Milena.
—¡Joder tu padre está para hacerle un favorcito! —rio Nika.
—¿Pero tú no eras lesbiana? —dijo Milena extrañada.
—¡Yo soy “bi” chica! Así es doblemente divertido —dijo Nika entregándose a un obsceno morreo con lengua con su amiga fuera de la cama.
—¡Ah sí, pues ahora te vas a enterar! —dijo Milena poniéndola de espaldas apoyada en la silla de ordenador.
Asió su consolador con fuerza y se lo introdujo por detrás haciendo gemir a Nika follándola con su querido Don Pene.
Afuera, David no había podido evitar pegar la oreja a la puerta de forma que oyó lo que opinaba de él la amiga de su hija y tuvo una erección espontánea por lo que ya no pudo quitar la oreja de la puerta ni un segundo, sacándosela y comenzando a masturbarse allí mismo.
—¡Oh Milena, qué bien me follas! —exclamó Nika girándose y haciendo que Milena volviese a la cama. Ahora Nika se echó encima suyo y arrebatándole al Sr. Don Pene, comenzó a follarla mientras Milena le lamía la raja desde abajo.
—¡Qué delicioso Nika! —exclamó Milena.
—¡Oh sí Milena, fóllame tú con tus dedos a la vez que me lo comes! —exclamó Nika—. !A falta de pollas unos dedos son buenos! —rio esta.
Mientras, fuera David se masturbaba y al escuchar esta frase indefectiblemente tuvo una duda, ¿qué hacer?
Sigilosamente giró el pomo de la puerta y sin que ambas féminas escuchase anda, absortas como estaban en su fornicación lesbiana, apenas se dieron cuenta de que había entrado.
La primera en percibir su presencia fue Milena, pero de inmediato su padre selló sus labios con dos de sus dedos.
Se había desnudado y empuñaba su enorme pollón, similar a Don Pene, lo cual dejó a Milena ojiplática ante la visión de su enorme erección.
Se acercó por detrás a Nika, que tenía el culo encima de la cara de Milena y sin tocarla apuntaló su glande rojo y henchido contra su raja sonrosada.
Entonces Milena lo tuvo apenas a un palmo de distancia y se dio cuenta que lo había enfundado en un condón.
Paseó su enrome capuchón por la raja de Nika y esta al notar su presencia intentó girarse, pero fue ya demasiado tarde pues, David la agarró por las caderas y comenzó a metérsela para así tal vez convencerla de su necesidad.
—¡Oh señor, qué sorpresa! —dijo Nika girándose y contemplando como David la penetraba encima de su hija—. ¡Ah, qué pollón tiene usted! ¡Oh sí, vamos métamela toda dentro! —gimió Nika mordiéndole con ansia el labio inferior mientras volvía a su tarea de follar son el condón de látex a su amada amiga bajo ella.
Milena no podía creerlo, ¡era testigo muda de cómo su padre había entrado y ahora se follaba a su amiga encima de ella!
Con apenas unos centímetros entre su polla y sus bolas, su carita angelical era testigo pasivo de cómo su padre se la follaba con ganas pero sin prisa mientras sus bolas rebotaban en coño cuando tan profundamente la penetraba sobre su angelical cabeza.
Mientras tanto ella misma sentía las penetraciones de Nika y cómo esta no se limitaba a follarla sino que además le chupaba el clítoris, lo cual era doblemente delicioso. Pero al sentir la follada de su padre pareció detenerse para concentrase en su propio placer, momento en el que dio un respiro a Milena que bajo su padre contemplaba impasible cómo se la follaba.
Entonces Milena decidió hacer una travesura y cuando su padre se la metió hasta el fondo y se quedó quieto para controlar probablemente su incipiente orgasmo. Milena sacó su lengüecilla y lamió graciosamente sus bolas, besando con sus labios las mismas tras un par de lamidas.
David sintió aquellas cosquillas e irremediablemente se sorprendió sabiendo que su hija estaba bajo él. Tanto que sacó su polla de Nika y mirando hacia abajo vio como su hija le guiñaba un ojo y le acariciaba las ingles y sus pelotas con sus delicadas manos.
Luego sacó su lengua y lamió su pene sobre su boca ante la estupefacción de él, que lo agarró con sus manos como quitándole un caramelo. Ella sonrió y entonces él le hizo un gesto de negación con su dedo.
—¡Oh señor, ya se corrió! —dijo Nika al otro lado mientras se impacientaba con la pausa.
David reparó en la hermosa muchacha y decidió continuar follándola, mientras su hija bajo él decidió seguir lamiendo graciosamente sus pelotas y no contenta con ello le acarició sus muslos tensos y firmes mientras la follaba, permitiéndose coger sus testículos para hacerle más cosquillas y como Nika ya no se la follaba, con una mano agarró a Don Pene y ella misma comenzó a penetrarse gimiendo bajo ambos amantes.
David la folló bien y con ganas. Unido a la estimulación extra que le hacían las traviesas caricias de su hija, no tuvo muchas opciones así que se entregó a una follada larga pero sin pausa y se corrió dentro de aquel coño angelical de Nika, quien gimiendo como una perra se mantuvo follando con David a pesar de que este ya se había corrido, pero como su erección se mantenía, siguió así, follándola hasta que esta se desplomó presa del orgasmo que las caricias de Milena y la penetraciones de David le provocaron.
Entre estertores Milena también se corrió y así se completó el trío de pasión en aquella extraña y loca tarde.
Entonces David sacó su miembro de ella y este cayó por efecto de la gravedad, ofreciendo a Milena la observación de su condón lleno de leche, como aquella noche que le pilló follándose a la taxista. ¡Qué curioso es el destino! Y ahora ella era quien gozaba bajo él mientras él se follaba a su amiga.
De nuevo otra travesura y su lengua quiso saber a qué sabía el sexo de su amiga en el látex del condón de su padre, así que lamió su punta cargada de leche, bajo su glande y su padre estupefacto de inmediato lo retiró de su boca mientras miraba hacia abajo.
Milena le sonrió y sacando su lengua de su boquita de piñón le incitó a seguir lamiéndole el glande, a lo que su padre respondió huyendo de la escena entre la estupefacción y la sorpresa ante un gesto de intimidad que le sorprendió y le asustó al mismo tiempo.
Dejando a ambas amantes muy relajadas una encima de la otra, ¡tal como las encontró!