La nueva vecina me pone en forma

La nueva vecina me pone en forma

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La semana había transcurrido en una sucesión de silencios y miradas robadas. A principios de semana observé desde mi ventana cómo el camión de mudanzas sacaba cosas y más cosas para que mi nueva vecina, o más bien mi nueva obsesión, se instalara en el apartamento a dos puertas del mío. Era una mujer de una edad similar a la mía; calculaba que unos veintiséis o veintisiete. Tenía un cuerpo musculoso y atlético. Su pelo era color castaño en un corte estilo pixie, pero con los lados rapados. Era jodidamente sexy y llevaba toda la semana obsesionada con ella, pese a que aún no habíamos cruzado ni una palabra.

La monotonía de mi existencia se había visto interrumpida por la simple llegada de ella. Sabía que este comportamiento no era correcto, pero no podía detenerme. La observaba desde mi ventana cuando salía a correr todas las mañanas para después verla irse a trabajar. Cada día mi obsesión aumentaba y mi deseo también.

Un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos. Dirigiéndome a la puerta, la abro para descubrir quién es. Me quedo en blanco al ver que es ella. Su cuerpo musculoso y caliente frente a mí.

—Buenas. Solo quería presentarme. Soy Aubrey, la vecina de al lado.

Su voz me produce un cosquilleo que me recorre toda la columna. Sus palabras van seguidas de una sugerente sonrisa.

—Oh… Hola —salgo de mi bloqueo mental de golpe—. Me llamo Rachel.

Aubrey se endereza y me ofrece una mano para que la estreche. Cuando lo hago, siento su mano fuerte y algo áspera por algunos callos.

—Encantada de conocerte.

Me responde mientras nuestras miradas se cruzan momentáneamente. Tiene unos hermosos ojos marrones. Este es mi momento para intentar acercarme un poco a ella después de llevar una semana obsesionada.

—¿Quieres pasar y charlamos un poco? —le preguntó en un tono amable.

—Gracias, me encantaría.

Acepta la invitación y pasa a mi apartamento; cuando lo hace, su brazo roza el mío y un escalofrío me recorre el brazo. Se mueve con gracia y confianza mientras la acompaño hasta la sala de estar.

—¿Quieres algo de beber?

Ella se sienta en el sofá con una postura relajada, como si nos conociéramos de hace tiempo.

—No, gracias. Estoy bien así.

Asiento con la cabeza y me acomodo a su lado. Noto cómo sus ojos se deslizan por mi cuerpo de una manera que me hace sentir un poco nerviosa y excitada al mismo tiempo.

—Eres la única vecina del pasillo que me faltaba por conocer. Aunque te he visto de vez en cuando esta semana.

Sonríe de lado y joder, cómo me gustaría comerme esos labios. O que me comieran, según se vea. Me muerdo mi propio labio y respondo.

—Sí… yo también te he visto un par de veces, pero el trabajo me ha impedido acercarme.

Era cierto lo del trabajo, pero desde luego que no han sido solo un par de veces las que la he observado.

—Lo entiendo. El trabajo puede ser muy absorbente a veces.

Ella se acerca un poco más y nuestras rodillas se rozan.

—¿De qué trabajas?

Miró su tonificado cuerpo con descaro. A la mierda ser sutil, quiero follarme a semejante monumento.

—Entrenadora personal. Así que suelo pasar bastante tiempo en el gimnasio y con clientes.

—Claro, de ahí esos músculos. —dije con voz sensual.

—Mmm… A las chicas les gusta ver músculo. —Responde con una sonrisa sexy mientras hace que su músculo se contraiga.

Siento cosquilleo en mi entrepierna y me relamo los labios despacio; noto su mirada en mi boca y sonrío levemente. Definitivamente estamos las dos interesadas.

—¿Haces sesiones privadas? Me vendría bien una para… descansar de tanto trabajo.

Mi tono era sutil, pero lo suficientemente claro para ver si estábamos en la misma sintonía. Su mirada se vuelve más oscura y veo cómo capta totalmente por dónde voy.

—Sí, las hago. Y puedo asegurarte que son muy intensas y extenuantes.

Nos miramos a los ojos. Aubrey tenía una mirada intensa y apreté las piernas, pues estaba comenzando a excitarme. No sería mi primer encuentro esporádico, aunque espero que con ella sea más de uno.

—Genial, ¿mañana? —Miré mi reloj y me di cuenta de que tenía una reunión con un cliente dentro de poco. —Me temo que tengo una reunión de trabajo en media hora. Soy asesora financiera.

—Mañana está perfecto para mí. —Se levanta del sofá con movimientos fluidos y me mira. —¿A qué hora te va bien?

—A la tarde. Sobre las cinco estoy libre. ¿Te viene bien? —Levantó una ceja provocadoramente.

—Las cinco es perfecto. —Aubrey sonríe ampliamente, su mano se posa en su cadera y se inclina un poco. —Te espero en mi apartamento. Y… trae ropa cómoda. La sesión será bastante intensa.

Veo cómo se va de mi departamento dejándome con un dolor en mi entrepierna y unas ganas horribles de complacerme. Pero me esperaré a mañana. Hoy necesito concentrarme en mi trabajo.

La mañana siguiente estuvo llena de reuniones de trabajo, videollamadas con clientes, etc. En los ratos libres, mi mente solo estaba en ti. Te había visto esta mañana cuando saliste a correr; te observé hasta que te perdiste. Suspiré; estaba impaciente por terminar el trabajo y dirigirme hacia tu departamento.

Después de dejar el portátil en mi departamento y vestirme con unos leggins ajustados y un top de deporte, me encaminé hacia la puerta de Aubrey. Una vez allí, respiré profundamente, relajé mi postura y toqué la puerta.

La puerta se abrió al instante, revelando a Aubrey ya preparada con ropa de deporte. Me pasé los dientes por los labios al verla con ese pantalón corto que le marcaba todo y esa camiseta de tirantes. Joder, me tuve que contener para no saltarla encima y comérmela ahí.

—Puntual, me gusta.

Tenía una sonrisa traviesa y divertida. Solté una risita y negué con la cabeza.

—Gajes del oficio.

Aubrey se hace a un lado para dejarme pasar, cerrando la puerta detrás de mí. Su apartamento es moderno y minimalista, con una vista impresionante de la ciudad. Se gira hacia mí con una mirada intensa. —Vamos a empezar con un calentamiento.

Levanto una ceja esperando que estuvieras de broma. ¿Había leído mal las señales? Me coloqué de todas maneras en el sitio que estabas señalando y comenzamos.

Mientras hace los estiramientos, se acerca lentamente a mí. —¿Estás bien? Pareces un poco… tensa. —Roza mi hombro con el suyo y sé que no ha sido sin querer. Está jugando conmigo la muy descarada. Sonrió y contengo una carcajada.

—Quizás necesito un masaje. —Mi tono era sugerente mientras la miraba descaradamente.

Aubrey se queda detrás de mí y se acerca más. Puedo notar su aliento en mi nuca y sus manos estaban posadas en mis hombros.

—Tal vez sí que necesites uno.

Comienza a masajear suavemente los hombros y el cuello con movimientos firmes. Inclino mi cabeza para darte más espacio y disfrutar del masaje. Sus manos se deslizan por mis brazos hasta pararse en mis caderas.

—¿Más abajo también estás tensa?

—Totalmente

Sonrío descaradamente, disfrutando de sus manos en mí. Oigo su risa y con sus manos me voltea hasta que quedamos frente a frente. Miro sus ojos brillando con una chispa juguetona mientras sus manos descienden por mi espalda y se detienen en mi trasero.

—Vamos a trabajar en eso entonces.

Mi sonrisa no abandonaba mi rostro; rodeé con mis brazos sus hombros definidos.

—Trabaja duro, Aubrey.

Presiona su cuerpo contra mí, sus manos ahora firmemente en mi trasero, masajeándolo y apretándolo con una intensidad que me hace saber que no está bromeando. La respiración de Aubrey se vuelve más profunda y se acerca peligrosamente a mis labios. Rozo mi nariz con la suya para ver cómo reacciona. Se lanza contra mis labios y me besa profundamente. con hambre, respondiendo a mi provocación previa. Me da un apretón fuerte en el trasero. Gimo suavemente y meto mi lengua en su boca mientras mis manos recorren su nuca rapada. Nuestras lenguas bailan en un ritmo frenético y sensual. Mis manos descienden hasta agarrar el dobladillo de su camiseta de tirantes para comenzar a subirlo.

Aubrey interrumpe nuestro beso solo para ayudarme a quitarle la camiseta, revelando su torso tonificado y libre de cualquier obstáculo entre su piel y mis manos. Me vuelve a agarrar las caderas, presionándose contra mí y besándome con deseo mientras cuela sus manos por mi top y me lo levanta tirándolo a un lado. Veo cómo traga saliva mientras recorre mi cuerpo, deteniéndose en mis pechos antes de volver a mirarme. Sus labios rozan su labio inferior de una manera jodidamente sexy mientras susurra.

—Joder, estás buenísima…

Inhala profundamente antes de volver a besarme con deseo; una mano recorre mis pechos y los acaricia. Se desliza entre besos desde mis labios hasta mis pechos. Se mete uno en la boca y comienza a chupar y lamer. Mordisquea mi pezón y yo jadeo mientras pongo mi mano en su cabeza, apretándola un poco más hacia mí.

—Dios no pares.

Ella continúa su trabajo con mis pechos y continúa bajando con besos por mi abdomen. Se detiene de rodillas con los dedos en la cinturilla de mis leggins. Mira hacia arriba y conectamos la mirada.

—¿Puedo?

—No te lo pienses.

Mi voz derramaba el deseo que tenía. Sabía que tenía un desastre goteante entre mis piernas. Aubrey sonríe mientras rápidamente se deshace de mis leggins y mi ropa interior, tirándolos a algún lado de la sala. Sus manos acarician mis muslos suavemente.

—Hostia puta, estás empapada.

Siento su mano subiendo lentamente por mi muslo hasta mi centro. Me agarré al sofá que estaba detrás de mí y abrí más las piernas.

—Todo tu culpa. —Mi voz estaba empañada de excitación.

Aubrey sonríe satisfecha al ver que abro más las piernas. Su mano se desliza entre mis muslos, sus dedos acariciando mi entrada resbaladiza antes de hundir lentamente dos dedos en mi interior. Ella gime al sentir lo caliente y húmeda que estoy. Sus dedos se impregnan de mis fluidos completamente. Los mueve lentamente dentro y fuera mientras su pulgar presiona mi clítoris haciéndome gemir. Miro cómo sus dedos entran y salen de mí, desapareciendo hasta los nudillos para reaparecer completamente húmedos y pegajosos.

Ella añade un tercer dedo, estirando mis paredes alrededor de ellos. Su mano está tan empapada que hace sonar sus dedos al moverse en mi interior.

—No pares, joder… —Gemí mientras me deshacía con lo que me estaba haciendo.

Continúa penetrándome mientras baja su cabeza y comienza a chuparme un pecho. Mi mano vuelve a su cabeza para agarrarme y que no aparte esa boca pecaminosa. Curva sus dedos buscando ese punto que sabe que me desharía. Cambia de posición para colocar su lengua directamente sobre mi clítoris mientras sus dedos siguen moviéndose dentro de mí. Su lengua gira en pequeños movimientos circulares; siento como me tenso y me contraigo contra sus dedos.

—Mmm

—Joder… estoy a punto…

Respiro hondo y dejo caer mi cabeza hacia atrás. Ella aumenta la velocidad curvando sus dedos y presiona su lengua más contra mi clítoris. Me agarro al sofá mientras el orgasmo me golpea y me corro. Continúa lamiendo mis fluidos mientras sus dedos se van moviendo más lentamente hasta detenerse y sacarlo lentamente de mí. Abro los ojos y la miro para gemir por lo que veo. Aubrey se ha llevado los dedos cubiertos de mi esencia a la boca. Sus ojos brillaban de lujuria mientras se levantaba completamente y se desabrochaba el pantalón corto, bajando juntos con sus bragas en un movimiento.

—Me has puesto muy cachonda, Rach.

Me acomodo mejor en el sofá mientras sonrío satisfecha por la vista de su coño empapado y necesitado.

—Ven entonces, preciosa. Déjame remediarlo

Se acerca y se sube encima del sofá, colocando una pierna en cada lado de mi cabeza. Ella baja lentamente, abriendo sus piernas y dejando que sus muslos se posen sobre mis hombros. Su centro queda a pocos centímetros de mi boca. Gimo al ver sus labios rosados y la humedad que los acompaña.

—Mm, qué vista más putamente hermosa.

Ella baja lentamente mientras acerca aún más, rozando ligeramente su sexo contra mis labios.

—Admírala todo lo que quieras, pero también quiero que la saborees…

Aubrey jadea fuertemente al sentir mi boca directamente sobre sus pliegues. Sus caderas se mueven instintivamente, buscando más fricción contra mi boca. Se agarra del reposabrazos del sofá para mantener el equilibrio. Enrosco mis manos sobre su cintura y la agarro del culo para posarlas más en mi boca. Mi lengua baila sobre sus labios vaginales saboreando su esencia.

Ella gime profundamente, sus dedos se enredan en mi pelo mientras me presiona contra su sexo. Sus caderas comienzan a moverse en un ritmo constante, follando mi boca con desesperación.

—Mierda…sí…justo así…

Ella grita y se retuerce sobre mí, sus uñas se hunden en mi cuero cabelludo, provocándome un gemido mientras mi lengua entra y sale de su coño. Su clímax se acerca, lo noto. Sus muslos me aprietan y su vientre se contrae mientras se acerca al borde. De repente, se tensa y grita, su líquido caliente inundándome la boca y el rostro. Continuó chupando y bebiendo su esencia hasta que baja del orgasmo.

Aubrey se queda sin aliento, su cuerpo temblando y saciado. Se aparta lentamente de mi rostro empapado por su esencia. Se sienta en el sofá junto a mí con una sonrisa satisfecha mientras me limpio la cara.

—Joder, eso fue increíble…

Sonreí encantada de escucharla.

—¿Como para repetir otro día?

Ella se ríe suavemente, aun recuperando el aliento.

—Definitivamente. Podemos hacer esto todos los días y no me quejaría.

Se inclina hacia mí y me besa suavemente, saboreándose en mi boca.

—Entonces tenemos un trato.

Por sumire93

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